Entrada 7

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Monstruo

Dejó la puerta abierta como si quisiera que lo viera. La luna estaba en su tercera hora y ella se agazapaba sobre una tumba excavada. Una boca llena de dientes como estalactitas, oscurecidos por la sangre. Mordiendo sus dedos. Y, entonces, me acordé. Lo que pasó después de que le matara. Fue cuando dejó de patalear. Una luz salió de abajo, hacia su cuello. Me apartó y le besó en la boca. Se bebió su alma. Y solo sentí una gran rabia. Pero ahora oigo su risa como el chasquido de los dedos y en mí solo queda terror.