Vienen de noche

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Todo acabará pronto...

Los gritos ya no cesan. Cada noche se llevan a más gente, los arrastran a los horrores que aguardan en la oscuridad del exterior. A medida que aumentan sus filas, su apetito también parece hacerlo. La mayoría ya ni siquiera se resiste. Hace tiempo que aceptaron ese horrible final. El sufrimiento y la agonía parecen hasta pintorescos en comparación con la soledad y el miedo. Pero yo no voy a rendirme. Juré proteger esta tierra, y ojalá pudiera decir que mi sentido de la justicia y el deber me dieron fuerzas para hacerlo, pero ahora me mueve algo mucho más simple: El odio. Odio a Clara por lo que nos ha hecho y a Darío por lo que le hicieron. Odio este lugar mugriento lleno de bichos y ramas ásperas que no nos dejan escapar. Odio saber lo que se avecina y no poder hacer nada para detenerlo. Y me odio a mí misma por haberme metido en esto. Así que, cuando abran esta jaula, lucharé. Haré pedazos a las efigies de mis amigos caídos. Golpearé sus satíricos rostros robados. Desgarraré sus cortezas con uñas y dientes, arañando y gritando como el animal agonizante en que me he convertido. Lo haré de la forma más salvaje que pueda. Haré que me arranquen el aire de mis pulmones. Y cuando acabe, si aún me queda algún pedazo de mi alma, canalizaré todo mi odio y despedazaré mi nuevo cuerpo miserable miembro a miembro. -Magistrada Gladis Bond